miércoles, 5 de febrero de 2014

Muslos




Yo horneaba las galletas de jengibre y, tras el grueso cristal de la ventana de la cocina de la pastelería, la veía en la parada del autobús. Ella estaba allí, asustada por el fuerte viento. Los brazos en cruz, con las manos sobre los hombros, intentando mitigar el frío. Yo le observaba con descaro: los muslos sobrios y poderosos bajo la batida falda; los senos pequeños escapándose del escote en uve; y el cabello (aquel pelo color miel, o azúcar quemada) que era un  turbio arrebato de rizos escapando tras su espalda, tal si el propio viento quisiera raptarla tirándole de él. Me enamoré de su pelo, pero primero fue de sus muslos…

En el principio fueron sus muslos y dije yo: luz. Y se hizo la luz. Y dije yo: sombra. Y se hizo la sombra. Y los claroscuros delinearon sus contornos, matizaron su piel, la hicieron de carne a mi vista, le dieron relieve. De haberla podido oler en aquel instante hubiera dicho que olía a hojaldre. De haberla podido tocar su masa entre mis manos hubiera alcanzado formas insospechadas. Y cuando el viento se hizo más persistente y su falda de hojarascas verdes se levantó furiosa dejándolo todo al descubierto, apartó las manos de los hombros y se aferró a la  falda  levantina, en un vano intento de que aquellas minúsculas braguitas blancas de algodón, que habían quedado al descubierto, fueran sepultadas de nuevo bajo la impertinente tela. Entonces, en ese justo instante, nuestras miradas se cruzaron a través del cristal, y hubo un relámpago, y las gotas de lluvia comenzaron a deslizarse despiadadamente en el vidrio de la ventana difuminando su imagen, desenfocándola, borrándola, pero, aun así, podía percibir sus poderosos muslos como colosales columnatas sosteniendo aquel torso cada vez menos perceptible. Sentí el rugir del autobús y vi la silueta de ella desaparecer en su panza de aluminio. Ella ya no estaba, pero yo seguí viendo aquellos muslos achocolatados durante minutos, horas, días, semanas, meses, años; apareciendo en mis sueños y en mis pesadillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario