viernes, 21 de diciembre de 2018

Nueva ilustración y Salón decimado RED GARTER

Mascarada en la isla fabulosa / Acrílico sobre cartulina / O. Moré 2018 / CUBA


RED GARTER


A propósito de la Expo Cabaret de Arte, en RED GARTER, Barcelona.

Amigos todos, esto es un pequeño homenaje a las obras que participaron en esta exposición y, por supuesto, a los creadores de las mismas. No se trata de una interpretación cabal del cuadro sino de un ejercicio de improvisación. Ojalá sea del agrado de todos.
Sirvan, además, estas décimas espinelas, como disculpa por mi ausencia (debido a razones laborales) el día de la clausura. Todo el aché del mundo sea con vosotros. Espero no se me haya olvidado algún artista, de ser así, háganmelo saber, para poder enmendar la omisión.

Al cuadro de Carmen Capel Romera

Bailas entre bambalinas,
la luz dibuja tu espalda
y en el cuerpo de tu falda
hay estrellas ambarinas.
Al danzar todo iluminas
con tu tiara y con tus ojos,
y se abren los cerrojos
del cabaret cuando, diosa,
sales triunfal y gloriosa
tras de los telones rojos.

Al cuadro de Óscar Santasusagna.

Flota el jazz en el ambiente
donde gime la guitarra
y el bardo suelta la amarra
de su sueño recurrente.
Lo lleva en la piel, latente,
tras la epidermis lo acuna,
y sabe que no hay ninguna
certidumbre en la quimera,
no obstante sigue a la espera
de la azarosa fortuna.

Al cuadro de Elle Ferro (Lola Rodríguez)

Ella desde la penumbra
siente la pena latir
pues la danza es su decir,
es la verdad que le alumbra.
La danza vibra y la encumbra,
le da la vida y el vuelo,
y le tatúa en el suelo
el pasado y el futuro,
y le hace franquear el muro
ante las puertas del cielo.

Al cuadro de Pepe Gabaldón

Él es Minotauro y es
fauno de erótica escuela,
hedonista y la secuela
de Sade, el gran Marqués.
Cual la sombra del ciprés
acecha, bronco y carnal;
libidinoso animal
del cabaret de la vida
que se lanza a la estampida
con un celo irracional.

Al dibujo de Gyuk Vs

Como en la vieja canción
está fumando y espera,
y el humo es grisácea fiera
cual nube de seducción.
Hay un punto de inflexión
cuando la mirada esquiva
y es la dama sensitiva
que cata sedienta el vino
sin saber que otro destino
en su muñeca se aviva.

Al cuadro de Carmen Valverde

Amy canta displicente
como una flor nocturnal,
y su voz rompe el cristal
de su tristeza inherente.
Su música divergente
la trasviste, la transmuta,
y es una eterna voluta
de Soul en negro y en blanco
que se aboca hacia el barranco
para ser diva absoluta.

Al cuadro de Ewelina Arte Sana Więclaw

Ella se bate la falda
en su sensual picaresca
y logra que así parezca
una flor que da la espalda.
Baila como una giralda
ante un fondo rojo intenso
para darle vida al lienzo
donde el pincel sin recato
ha hecho un núbil retrato
al que ha dejado en suspenso.

Al cuadro de Sofía Murvanidze

Con sabio minimalismo
un vestido se perfila
y de un azul casi lila
tiñe el cuadro de erotismo.
Estampado de exotismo
como una segunda piel
se ajusta a su torso y fiel
muestra su sensual diseño
para saciar algún sueño
soñado por el pincel

Al cuadro de Nahuel Taján Arte

Circunspecto David mira,
desde su propia impostura,
la cordura, la locura,
el odio, el amor, la ira,
todo aquello que le inspira
para plasmar en su arte.
Tras de sí un mundo aparte,
como un extraño suceso,
queda en la memoria impreso
cual surrealista estandarte.

Al cuadro de Manuel Castro Báez

Émula de Lisa, ella,
cruza la pierna en la silla
para de forma sencilla
titilar como una estrella.
Bailarina dulce y bella
entre las plumas se crece,
y bajo la luz parece
una Venus picassiana
ebria de pasión mundana
que al escenario enaltece.

Al dibujo de Verónica Penagos

Puzle, ritmo enardecido,
brazos y piernas de salsa;
todo el ímpetu se alza
en pasional colorido.
Fuego en la sangre imbuido
al compás de alguna orquesta;
una amalgama, la cresta
de un maremoto insaciable:
hechizo latino, amable
incitación a la fiesta.

Al cuadro de Marcela Verónica Vito

Blanca sirena se baña
en burbujas rojo fuego
en un erótico juego
que sabe nunca le daña.
Es una criatura extraña
de una belleza sensual;
pálida flor abisal
amante del escenario
que lleva un guante incendiario
como una “Rita” inusual.

Al cuadro de Santiago Lorente 

Ese ojo expresionista
observa el tiempo pasar
y sabe dónde encontrar
la pulsión que da el artista.
Es todo fuerza, es la vista
hacia un mundo de color
que satura, sin temor,
de vida todo el paisaje
del lienzo, como un encaje
de geométrico esplendor.


En matérica abstracción
dando textura y relieve
es un universo breve
que invita a la seducción.
Arte puro, invitación
a un viaje por la vanguardia;
un centinela de guardia
rojo y negro que palpita
como caudalosa espita
de emoción y taquicardia.

A la guitarra de Guido Frisina

Ha nacido de la mano
del artista con destreza
y es tributo a la belleza
porque abjuró de lo vano.
Es diseño de artesano
su figura femenina,
y una música genuina
le dará voz y gemido
a esta guitarra que Guido
al tocar todo ilumina.

A la foto de Cristi Pérez

La lente atrapa el color
de tan fantástico ser
creado por el poder
de un pincel encantador.
La foto es todo esplendor,
hace la imagen tangible;
irrealidad perceptible
que el ojo mira hechizado
porque la plata ha captado
un momento irrepetible.

Al collage de Daniela Mena Arriagada

Antigua dama en escena
en sabio daguerrotipo
rompiendo el viejo arquetipo
al saborear otra cena.
Ella consume su pena
burlando las veleidades
y entre otras levedades
al hombre le dice adiós.
"Tallarines para dos
que matan las soledades".

A la performance de Marilyn Ávila

El lienzo en blanco le grita
bajo su impronta vivaz
cuando el spray al compás
de la música se agita.
El talento le amerita
y de un ojo huracanado
surge raudo, inusitado,
el arte urbano, sincero,
que Marilyn con esmero
parece hubiera tatuado.

Al cuadro de Sveta Kychanova

Como una Flora moderna
con su límpida mirada
renace en la pincelada
audaz a la vez que tierna.
O tal vez Gioconda eterna
entre hibiscos y claveles
que reniega de donceles
porque ella es el triunfo y As
que no necesita más
para alcanzar los laureles.

A la obra de Anna Roca

Ojos cubistas, tribales,
de los ancestros mirada,
geometría encadenada
de horizontes verticales.
Fantásticos animales,
espirituales, arcanos,
ignotos, sabios, humanos,
alegres y susceptibles;
poemas irrepetibles,
valederos y cercanos.

A la obra de Elén Kalintchenko

El poema cobra vida
bellamente dibujado
en un papiro sagrado
por la musa bendecida.
Del río: la acometida:
afluente de versos que
da luz a aquel que no ve
salvándole de lo oscuro
alumbrándole el futuro
para enfrentarlo con fe.


En ese reloj de cielo
que sostiene tras de sí
el color azul turquí
marca el musical anhelo.
Echa raíces al suelo
para nutrir los metales
y que las horas frugales
sean alegres momentos
que tornen los sentimientos
en leyes universales.




O. Moré ® 2018

jueves, 22 de noviembre de 2018

Nuevos dibujos


Nueva ave del paraíso - Cabeza y Máscara (tinta, acuarela y pintura acrílica  sobre cartulina) O. Moré 2018 / CUBA 
El sueño de Venus (técnica mixta sobre cartulina) O. Moré 2018 / CUBA

Guajira Cubana (técnica mixta sobre cartulina) O. Moré 2018 / CUBA

La guardiana del corazón sumergido (acuarela sobre cartulina) O. Moré 2018 / CUBA
La oralidad procreando a la fabulación  (técnica mixta sobre cartulina) O. Moré 2018 / CUBA



Muñeca circunspecta para afrontar el sufrimiento (pintura acrílica sobre cartulina) O. Moré 2018 / CUBA

Náyade II (pintura acrílica sobre cartulina) O. Moré 2018 / CUBA
Diosa II (óleo sobre lienzo) O. Moré 2018 / CUBA








jueves, 4 de octubre de 2018

Diosa IV (nuevo dibujo)

Diosa IV  / O. Moré 2018 / CUBA


Diosa IV


Frente a un cielo craquelado
la joven diosa me mira;
ella es divina guajira
de un universo pintado.
La memoria se ha escapado
desde su núbil cabeza,
y hay un pez que la tristeza
le succiona al corazón
mientras otro a la razón
le devuelve la nobleza.

O quizás la desmemoria 
fagocita su esperanza
porque herida la confianza
se quedó tras la oratoria.
Ella sabe que ilusoria
es la libertad que ama,
y que la luz que proclama
es una utópica luna
y que la diosa fortuna,
es una ladina dama.

Tal vez por eso es que llora
su roja luna de fuego,
y metáfora del  ruego
sea la estrella que implora.
Quizás el miedo devora
su pasado y su presente,
que son astros penitentes
conectados entre sí
buscando algún frenesí
como ilusos disidentes.

En un ciclo interminable:
razón, memoria y olvido,
van tatuando lo vivido
en este cosmos variable.
El tiempo pasa insaciable,
y raras constelaciones
hacia todas direcciones
se abocan desde lo oscuro
en busca de otro futuro
libre de contradicciones.



O. Moré ® 2018











sábado, 22 de septiembre de 2018

Triunvirato de la diáspora / variaciones sobre un mismo tema.


Pez diaspórico / O. Moré  2018 / CUBA



Triunvirato de la diáspora  (variaciones sobre un mismo tema).



I (poema)

Nadé en ese mar ignoto
como un pez de escamas densas y aceradas,
como un errabundo pez
que todo observa, pero nunca fui quelonio
a merced de las corrientes…

Nadé hacía allá, hacia el más allá,
yo, güije que eyaculó sus últimas cenizas
bajo la ceiba de tronco amable
y, paradójicamente, cubierta de púas,
huyendo de ese día que siempre se apagaba
aunque el sol estuviera rajando las piedras.
Ahora el desarraigo me seduce
con sus féminas carnes para perpetrar su orgía,
pero yo sigo nadando y nadando
y, cada cierto tiempo,
regreso al amparo de la ceiba, y de la palma,
a pesar de que el día sigue siendo oscuro.
Aunque me di cuenta que ya no tengo vocación
por ser criatura abisal de tímida luz
entre tanta oscuridad,
que hace mucho cambié la bombilla,
que mi luz ahora es diferente y que le hago sombra
a mi propia sombra,
aquella que dejé colgada,
en un rincón, en la vieja casa que me vio crecer.
Me di cuenta que el tiempo sigue con su rutinaria salmodia,
imperturbable, que el horizonte sigue tan lejano,
que el agua seguirá cercándonos, impertérrita a veces,
huracanada otras, pero en su maldita circunstancia virgiliana
de estar por todas partes.
Que el acervo me alimenta,
que soy guajiro nubio con los genes de Ulises,
que soy una criatura de universos duales,
y que sigo siendo el niño iluso
que dibujaba flores de otro mundo,
mujeres gráciles con cuellos Modigliani
y peces conectados a corazones y cerebros.


II (espinelas)

Nadé por el mar ignoto
con mis escamas de acero
y atrás dejé mi sombrero
de guajirito devoto.
No obstante, sembrado  broto
como una semilla arcana
en otra tierra lejana
para perpetuar mis genes,
aunque el mar, en sus vaivenes,
me regrese a la sabana.

En un círculo vicioso
(ouróburos infinito)
yo me dibujo a grafito
en un palmar silencioso.
Soy un güije prodigioso
que no teme a la marea
e igual que la jicotea
soy endémico y global,
un hijo del platanal,
de la urbe y de la aldea.

III (romance)

Soy ese pez que dibuja
a tinta y con arabescos
mujeres de cuello largo,
corazones y cerebros;
máscaras para derrotas
de un rufián llamado tiempo;
extrañas flores de ámbar
y rostros de terciopelo;
sangrantes venas y soles
deshinchados y violentos;
caracolas habitables
del color del limonero;
alas libres y otras truncas,
y metáforas del miedo;
azules cielos prohibidos
y puertas hacia el infierno;
algunos amantes rojos
y otros de inocuos besos;
telarañas para ilusos
(laberintos) y burlescos
niños que orinan con saña
sobre el poder usurero.

Soy ese pez que en sus genes,
en su taíno esqueleto,
tiene algo de mambí,
de campesino insurrecto;
que fue un duende con carencias
y ansias de aventurero,
al que le faltaba el pan
y le crecían los sueños.

Soy ese pez argonauta
que navega lisonjero
entre vitrales de Amelia,
como sacados de un cuento,
y entre las mestizas Floras
de René Portocarrero.

Soy ese pez anodino
que describe a fuego lento
su catarsis octosílaba,
como otrora algún aedo;
que es carne de poesía
que heredó de sus ancestros;
que se refracta en Lezama
y en sus cóncavos espejos,
en sus múltiples imágenes,
y en virgilianos conceptos,
en el Niágara de Heredia,
y en los más “sencillos versos”
de aquel  de la frente ancha,
siempre vestido de negro.

Soy ese pez del Caribe
que disecciona momentos,
como un biólogo curioso
desentrañando el misterio
de la ausencia que me araña,
por ser doble de Odiseo.

Soy ese  pez de vigilia,
que se concede el regreso,
al cocodrilo varado,
en un insomne velero,
para recordar al niño
guajiro que llevo dentro,
ese que pintaba nubes,
estando atado en el suelo.
Y así, cuando el desarraigo
quiera lanzarme el anzuelo,
no pueda pescar mi alma,
porque sigo siendo isleño.

Soy ese pez en simbiosis
de raíz y sentimiento.
Al que el mar le da y le quita,
y le sirve de escudero
cuando tiene que enfrentarse
a los molinos de viento.
Al que la tierra le ofrece
sus carnes y sus secretos,
para sembrar los ocujes
y palmares en el pueblo
que, entre nieves y amapolas,
habrán de guardar mi cuerpo.
Y llegado ese gran día,
habrá acabado mi éxodo.

O. Moré ® / 2018






domingo, 16 de septiembre de 2018

Breve compendio de virtudes perdidas




Breve compendio de virtudes perdidas.


Hace tiempo que he perdido
las virtudes del fuego,
aunque hay días en que crepito
y caliento alguna que otra arteria.

También he perdido las virtudes del agua,
por ejemplo:
la capacidad de adaptarme a la forma
de mi propio encierro, del frasco transparente
donde habito… Aunque, es cierto,
algunos días soy proclive a otras humedades
y adopto caprichosas formas líquidas.

He perdido, muy a mi pesar, la visión periscópica
de submarino, de hombre con escafandra,
de lobo de mar; la visión que me mostraba
los horizontes ocultos,
las tormentas y presagios,
y la increíble destreza
de ver más allá y más acá
de otras epidermis.

Mi boca se deforma, mi cuerpo se deforma,
mis manos se deforman…
Mi memoria grita porque olvida,
y el olvido corta las raíces
mientras murmura palabras inteligibles
que nunca dije, al menos, mientras estuve vivo.

Hace tiempo que perdí las virtudes del árbol,
su dureza, su capacidad de ramificarse
florecer y dar frutos,
frutos tangibles, hechos de pura pulpa,
de sabrosa sapiencia agridulce.
Bueno, no todas las virtudes del árbol he perdido,
aún la cáscara guarda al palo,
o, lo que es lo mismo, mi corteza
me mantiene a salvo
de erosiones antiguas, aunque no sé yo
si me salvará de las erosiones futuras.

Hace tiempo que perdí las virtudes del escualo,
su sigilo y su mudez en las corrientes,
en las regiones donde el hombre muestra sus colmillos.
Y, además, perdí la mímesis, que heredé
de otras criaturas, con la arena,
con las rocas y los antropomorfos corales.

Ahora soy viento que gira en torno a sí mismo,
viento inocente, no ráfaga,
solo viento que sopla y espera,
que sólo espera, mientras
en una onírica clepsidra
mi cerebro va criando un nuevo corazón
y se debate entre dos aguas.

Texto e ilustración:
O. Moré ® / 2018




viernes, 14 de septiembre de 2018

Náyade

Mi querida hermana, la cantautora cubana de música infantil, Tania Moreno, ha llegado al medio siglo de edad. Hoy, entre otros agasajos, quiero dedicarle este dibujo hecho expresamente para ella, que va acompañado de un pequeño poema en décimas. Ambos, dibujo y poema, llevan por título: Náyade, ya que cuando éramos adolescentes, y ella había entrado a estudiar a la escuela de arte, yo le puse este apelativo al que le sumé el apellido Mozart, porque mi hermana rezumaba (y aún rezuma) gracia y talento musical por los cuatro costados; ella a mí, por su parte, me puso el de Ovidio, como el poeta latino; porque para ese entonces yo ya le había cogido demasiado el gusto a lo de poetizar.

Felicidades, mi herma. Va por ti.




Náyade / rotuladores de pintura acrílica sobre cartulina negra/ O. Moré 2018

Náyade peces libera
cuando mira al infinito
y en el oleaje fortuito
la canción se desespera.
Náyade es la sementera
de una música marina
que cual versos de Alfonsina
visten el mar con la espuma
de allá donde la Yagruma
su identidad difumina.

Náyade, cabello al viento
se trasviste de coral
y su canto es vendaval
que aflora del sentimiento.
Luego en un arpegio lento
con una guitarra alada
se torna ninfa encantada
para al silencio dormido
arrancarle algún gemido
que ahuyente el frío y la nada.

Texto e ilustración:
O. Moré ® 2018
(Especial para Tania Moreno)










sábado, 30 de junio de 2018

El momento del nacimiento

The moment of  birth / Alfred Kubin  / Austria (1877-1959)



El momento del nacimiento



Ha nacido un hombre
con el vientre turbio,
con sus cenizas
y su pecho escamado,
duro y frío,
en medio de la nada.

Ha nacido un hombre
desde la tinta de Kubin o de Brughel,
desde mi propia tinta,
para ser el pasto necesario
de una sombra,
allá, donde la sangre,
la sangre que deshiela polos e icebergs,
tiñe de púrpura la suerte
de un poeta que murió
antes de que este hombre
hubiera nacido.

Ha nacido un hombre de estas manos
que destrozan la hoja
y figuran y afiligranan
y entorpecen
la textura única de un papel
que es como el barro
donde dios modelaba sus figuras.

En lo que llega la noche,
las manos han de dibujar
barroquismos,
porque,  con la tinta,
desde el blanco, en el hombre
que ha nacido dibujado,
ha de renacer el poeta muerto.




O. Moré

2018






martes, 24 de abril de 2018

ARTEPOLI XVII


Nuevo número de la revista ARTEPOLI. Artículos de este servidor en las páginas 10 y 24.  Mil gracias a todos y mucho aché.





                                                            Revista completa aquí
                                                       Artepoli XVII



domingo, 15 de abril de 2018

Del...


 
Ilustración: O. Moré / CUBA



Del olvido

El olvido me apuñala,
deja una marca en mi frente
y en esa herida candente
hay un recuerdo que exhala.
El olvido es una bala
perdida por mi cabeza
destrozando la riqueza
que he guardado gota a gota
en esta memoria rota
que ya muere de pobreza.

Sí, me apuñala el olvido,
mi sapiencia fagocita
y salvarla me amerita
pues no todo está perdido.
Desde hoy he decidido
entablar feroz combate
y la puerta a su dislate
irle cerrando sin miedo,
porque proponerme puedo
a este rey dar jaque mate.

Del error

Me voy vistiendo de errores
y aunque parezca harapiento
no crean que me arrepiento
porque han sido sanadores.
Aprendí que son las flores
que te enseñan que el traspiés
lejos de ser un revés
es un golpe necesario
para vencer el bestiario
que te rugirá después.

Y aunque son flores que huelen
a cierto tufo que ahoga
cortar de un tajo la soga
hace que rápidos vuelen.
Y sé que aunque algunos velen
agazapados mi vida,
no habrá error al que no pida
que me vuelva más humano
y que luego deje sano
mi cuerpo, sin una herida.


De la plástica


Dibujo sinuosidades
con tintas de mundos raros
donde mis ojos ignaros
descubren otras verdades.
Dibujo en las oquedades
barroquismos absolutos
y en los blancos impolutos
dibujo un pez sin memoria
con actitud perentoria
y sin grandes atributos.

Me desangro en la acuarela
visceral y ceniciento
y en cada trazo presiento
ser colorida secuela.
Luego pinto sobre tela
una mujer, y el delirio
es una orquídea, es un lirio
en nevada tropical,
y este hecho excepcional
acaba con mi martirio.




¡Alimentos!
¡Cuento con vosotros, alimentos!
Mi hambre no se calmará a mitad de camino;
no se saciará sino satisfecha;
las reprensiones nada conseguirán
y con las privaciones sólo he podido alimentar a mi alma.
André Gide

Del alimento


(Endecasílabo heroico puro. Acentos obligados en 2ª, 6ª 10ª  sílabas)


La mesa de mi casa me alimenta,
sus viandas me dan fuerzas y me aúpan
y en este mismo sitio que hoy ocupan
me aboco a decimar de forma lenta.
No sólo tengo el pan que me sustenta,
hay otros alimentos que me han dado
nutrientes necesarios y han dotado
mi acervo del valor de la cultura.
Y ha sido mi Luperca la lectura,
que sabia y con rigor me ha amamantado.


Dime razón



(Endecasílabo sáfico pleno. Acentos obligados en 1ª, 4ª, 6ª, 8ª y 10ª)

Dime razón… ¿las penas yacen solas?
Dime si soy remedo o blanco hielo,
dime si busco nubes donde el cielo
pinta mi cáliz blanco y rojo aureolas.
¿Cómo saber si muerto sigo en olas
vivas de sangre dando amor fortuito?
¿Cómo saber si el fuego vence al rito
cuando se acaba el tiempo y tanta brisa
entra en mi mar, que fuerte va  y me atiza
dentro del pecho como voz en grito?


O. Moré
2018




jueves, 29 de marzo de 2018

Ignaro



Escribano / Denis Núñez / CUBA
Ignaro

I

Los antiguos tejieron mi confianza
y ahora me han dejado en esta ignota
región indescifrable donde rota
se dice y se desdice la alabanza.

Los de ahora predicen que se afianza
mi canto de arrabal, de esclavo ilota,
pero yo que fui Kratos la derrota
ya veo serpentear y urdir su danza.

No sé por qué me cuelgan medallones
que no gané y que nunca yo he soñado,
si atrapado aquí sigo, en mis prisiones.

No sé por qué me loan y al Dorado
me destinan, si venzo a los dragones
llevando el esternón acorazado.

II

No sé si Polifemo o Galatea,
Eurídice, Quirón u otro centauro;
no sé si compendiar otro catauro
de mitos que no existen en mi aldea.
No sé si he de encontrar la panacea
que alivie el dolor de mi atavismo;
ser otro en mi país o ser yo mismo,
como indio del Caribe,  un siboney.
 Sólo sé que fui crïado en un batey
anclado en el otrora y el mutismo.


No sé si en esta tierra de ilusiones
encontraré la palabra verdadera
ni sé si al consagrar la primavera
hará que se coarten los ciclones.
No sé de las antiguas sanaciones
ni de magias, hechizos o apoteosis…
Mi cuerpo ha recurrido a la mitosis
cada vez que la muerte me ha besado
y siempre algún poema me ha salvado
del violeta mortal de la cianosis.


No sé, pero sí sé que no sé nada,
soy Sócrates, mi mente se rebela,
y a veces soy estoico y en su escuela
la razón me esclaviza decimada.
No sé si en el dolor, sacar la espada
he hincarla entre su carne, aterradora,
y creer que  mi verbo, tras la aurora,
renacerá enraizado en mi pellejo
y al fin, cuando me mire en el espejo,
me vista de escritura redentora.

III

Y así voy, ignorante por la vida,
en busca del amor por esa dama
que un día, sin pudor, dejó mi cama
de rimas y de versos bendecida.

Si la encuentro y me muestra la salida
y está ella al otro lado y me reclama,
a quemarme, yo,  hereje, en esa llama
partiré aunque me tilden de suicida.

No me importa haber sido o nunca ser,
no me importa si  llego derrotado,
no me importa volver a renacer.

Sólo quiero me ampare y que a su lado
encuentre el corazón que en su quehacer
todo hombre ha de llevar en el costado.



O. Moré / 2018