Hoy les presento a mi hermana, cantautora y compositora de música infantil. No seré yo quien hable de ella, eso se lo dejo a los que entienden, como es el caso de los críticos musicales cubanos Joaquín Borges Triana y Alexis Castañeda, quiénes, en la revista cultural La Jiribilla, publicaron sendas crónicas con motivo del disco-libro Cantando te Cuento, del 2005, que lanzó Linkgua Ediciones, en Barcelona. Al final encontraréis tres cortes musicales, del mencionado disco, editados por un servidor (dentro de mis limitaciones como editor de vídeos). Espero que los disfruten, y si tienen "locos bajitos" (al decir de Serrat) revoloteando por casa, creo que estas breves canciones harán las delicias de esos pequeñuelos.
Gracias, como siempre, de antemano.
Enlace a la publicación original:
Tania Moreno pertenece a la generación que fecundó con sus vidas (entre el
audio siempre malo y los modestos tragos, como diría Gerardo Alfonso) a la
legendaria Casa del Joven Creador en la Avenida del Puerto y que hoy es sede
del Museo del Ron. No estoy muy seguro de si es de ahí que parte mi
conocimiento acerca de la obra de esta trovadora o de alguna descarga en la
vivienda de nuestro común amigo Ricardo Bolado, donde por cierto, escuché por
primera vez una de las guajiras más bellas que he oído en mi vida y que fuera
compuesta por el pinareño Jesús Cruz e inspirada en la persona de Tania.
Como creadora, Moreno fue miembro de un proyecto organizado en la Asociación Hermanos Saíz por Omar Mederos, denominado “Te doy otra canción”. Por entonces, ella proponía en su cancionística complejas más hermosas estructuras melódicas y a la par transitaba por los senderos de hacer música para niños.
Después de un período en que no había vuelto a tener noticias de Tania,
gracias a mi amigo el pintor Jorge Luis Mata (recordado por su pertenencia al
grupo Tribuna, junto con el escritor Leonardo Eiriz y el artista plástico Eric
Rojas) tengo un disco libro publicado en este año por Linkgua Ediciones S.L. y
que da cuenta de 16 canciones para niños, compuestas e interpretadas por
Moreno. De entrada hay que decir que resulta un verdadero acierto haber dado a
la luz este material con un formato en el que, además del CD con
las piezas, se recogen los textos de las melodías y varias ilustraciones hechas
por Mata y Marco Hernández, cosa que facilita la interacción con la grey
infantil. En este sentido, hay que mencionar el trabajo de edición a cargo de
Radamés Molina Montes (¿alguien se acuerda todavía de “Naranja Dulce”?).
Como fonograma, la ópera prima de Tania, titulada Cantando te
cuento, la corrobora como una de nuestras más importantes cantautoras del
presente. Este álbum no solo es una auténtica gozada para cualquier pequeño,
sino que es absolutamente disfrutable para los mayores y está hecho sin la
menor concesión a la ñoñería con la que no pocas veces se conciben las canciones
para niños. Uno de los méritos del disco, aparte de la calidad que poseen las
composiciones aquí recogidas, está dado por el nivel de su producción musical,
a cargo de Tino Di Geraldo, uno de los bateristas de mayor prestigio en la
escena del jazz español y europeo de la actualidad.
Intervienen también como instrumentistas en la grabación el bajista Peter
Oteo, el pianista Iñaki García (su trabajo es excelente, sobre todo en el plano
armónico) y el pinero Nam-San Fon a la guitarra. Asimismo, la trovadora
matancera tuvo el acierto de invitar a dos viejos amigos suyos para que
interpretasen un par de temas. Son ellos Kelvis Ochoa, que se luce al cantar la
pieza “Mulata”, a la que le inyecta la sabrosura de que él suele hacer gala, y
Raúl Torres, que en “Maribel” hace un dúo con Moreno de esos que son para no
olvidar. Otros temas a los que recomiendo poner suma atención son “Payacito”,
“Cocuyos”, “Tren”, “Lágrimas de cocodrilo” y “A soñar”. Solo he de objetar a
esta magnífica obra que el orden de los cortes en el disco no se ajusta al que
se da en el sumario del libro. Por lo demás, felicitar a Tania y a todos los
que han hecho realidad un trabajo como Cantando te cuento.
Déjala huir por la pupila
con aliento de otoño,
acaricia su música,
su hoja tiernamente ofrecida.
Roberto Méndez
Tania aparecía siempre frágil en sus presentaciones, detrás de una guitarra que le quedaba enorme, y una especie de encanto nos envolvía. Se presentía en la ternura del gesto, en la sonrisa de salutación, que algo extraordinario iba a suceder. Y efectivamente, su voz leve, sinuosa, precisa, de un lirismo casi infantil, atrapaba a quienes la escuchábamos: la necesaria voz para los textos que cantaba, compuestos por ella misma en su mayoría y que bordeaban las mejores páginas de la trova tradicional y del canto sudamericano, todo calzado por una forma muy original, propia y técnicamente segura de tocar la guitarra
Durante 1991-92 Tania estaba en La Habana, a veces con techo seguro, otras ayudada por amigos, junto compartimos días-noches de sueños e incertidumbres. En una escuelita de La Lisa la encontré una mañana rodeada de niños y abrazada a esa otra gran matancera, Dora Alonso, que había acudido a conocer su obra.
El encantador rumor de Tania
Moreno
Alexis Castañeda Pérez de Alejo • Santa Clara
Alexis Castañeda Pérez de Alejo • Santa Clara
Déjala huir por la pupila
con aliento de otoño,
acaricia su música,
su hoja tiernamente ofrecida.
Roberto Méndez
De Tania Moreno no supe más.
Subiendo los 90 se marchó a España, luego comenzaron a llegar rumores
encontrados: unos decían que se había perdido en el anonimato de una muchedumbre
ajena; otros aseguraban, sin embargo, que triunfaba, que incluso había sido
presentada a Serrat.
A Tania Moreno la encontré por
primera vez a finales de 1987 en un malogrado Festival de la Nueva Trova
celebrado en Sagua la Grande, precisamente fue ella una de las “tres o cuatro
cosas bien” que allí sucedieron. Luego volvería a Santa Clara en varias
ocasiones, y ya no pude perder su rastro.
Tania aparecía siempre frágil en sus presentaciones, detrás de una guitarra que le quedaba enorme, y una especie de encanto nos envolvía. Se presentía en la ternura del gesto, en la sonrisa de salutación, que algo extraordinario iba a suceder. Y efectivamente, su voz leve, sinuosa, precisa, de un lirismo casi infantil, atrapaba a quienes la escuchábamos: la necesaria voz para los textos que cantaba, compuestos por ella misma en su mayoría y que bordeaban las mejores páginas de la trova tradicional y del canto sudamericano, todo calzado por una forma muy original, propia y técnicamente segura de tocar la guitarra
La dulzura era el arma principal
de convencimiento que esgrimía la trovadora para ganar la creencia de los
mensajes que proponía, al escucharla se recordaba a una de las grandes figuras
de la nueva canción en España, la legendaria Rosa León y también a la chilena
Violeta Parra.
Ya despojada de cierta ingenuidad
inicial, con precoz madurez, fue subiendo, superando su obra, con textos que
comienzan a adentrarse en la filosofía vivencial y que se posicionaban ante los
defectos del entorno social: en esto influyó, sin duda, su acercamiento a la
obra del poeta villaclareño Heriberto Hernández, además, sus dedos sobre las
cuerda certificaban ya una intención clásica de tocar la guitarra.
Pero Tania era mucho más, sus
canciones infantiles pautaban una intensa labor con los niños, su “coro de
ángeles” no solo era una novedad en Matanzas, sino, por la especificidad
técnico-pedagógica empleada y por el apego de sus alumnos, una experiencia
sobresaliente en este tipo de trabajo. El 16 de septiembre de 1989 Juventud
Rebelde publicó una nota con los resultados del concurso de canciones
infantiles “Gisela Hernández”, donde se repetía el nombre de la compositora
matancera como ganadora del primer premio con la canción “Cocuyos” y de una
mención con otra de sus composiciones.
Durante 1991-92 Tania estaba en La Habana, a veces con techo seguro, otras ayudada por amigos, junto compartimos días-noches de sueños e incertidumbres. En una escuelita de La Lisa la encontré una mañana rodeada de niños y abrazada a esa otra gran matancera, Dora Alonso, que había acudido a conocer su obra.
Tania se fue un día a España y
solo dejó el rumor, en mi primer libro de poesía le dediqué un soneto que nunca
leyó. Ahora me llega este disco-libro de puntual título: Cantando te
cuento, bajo la rúbrica de Linkgua Ediciones S.L. todo lleno de
composiciones para niños. Hermoso producto musical-textual complementado con
las ilustraciones de Jorge Luis Mata y Marco Hernández, donde en algún momento
nos sorprenden las voces de Kelvis Ochoa y del no menos entrañable Raulito
Torres —otro habitual de aquellos días-noches desconcertantes de los 90.
Agradezco estos nuevos
rumores de la Moreno, que ha vuelto con pruebas certeras de que la creación aún
la posee. No sé si la guitarra todavía le queda enorme, si mantiene aquel gesto
de salutación sobrecogedor, pero desde el disco nos llega la misma dulzura el
mismo imaginario encantador, que ayudados por el recuerdo nos permite armar
aquel suceso extraordinario que era encontrarla.
Para ver la crónica original, clique el enlace de abajo
Las Pecas de Betty
Maribel
Cocuyos
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