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La agonía del cisne / O. Moré/ CUBA |
Prólogo
En
el 92, después de Cristo, hacía un año que el esclavo había regresado de la
guerra en Abisinia.
Nubia, su isla en el estanque, parecía se hundiera lentamente.
Los cisnes negros dominaban toda el agua, hasta más allá del círculo del
horizonte.
El
esclavo temía que un día el agua lo anegara todo, y entonces escribía. Siempre había
pensado, o quizás lo había leído en algún olvidado papiro, que la escritura era una
tabla a la que asirse cuando el agua, irremediablemente, viniera a cercenar su
cuello.
Y un
día el esclavo se dijo que tenía que olvidarse del agua circundante y del presumible hundimiento
de la isla, y se refugió en su cabaña de juncos como si de un asceta se tratara,
y se dedicó a leer todo antiguo papiro que cayera en sus manos al mismo tiempo que seguía escribiendo y escribiendo. De
ese ascetismo nacieron unos raros poemas que hablaban de otros cisnes congéneres de
su estanque.
Pasados unos años el esclavo salió de la cabaña, se fue hacia al horizonte y en la delgada
piel de éste tatuó los poemas, justo unos centímetros por encima de la costura que unía al cielo con la tierra. Y aunque
no acabó de tatuarlos todos, porque el horizonte cada vez era más difícil de encontrar
y un aciago día el esclavo, en su búsqueda, se perdió entre la maleza y murió,
allí continúan tatuados los que, recogidos bajo el nombre de La agonía del cisne, el esclavo pudo terminar.
En
un cuaderno encontrado junto al cadáver del esclavo había una nota escrita en
tinta verde que decía: “He descubierto en
los papiros de otrora que hubo cisnes-esclavos que hablaban en el idioma de la laguna y no en el del estanque, y que
otros, aquellos cisnes inclasificables, lo hacían en el idioma del mar, esto último me ha maravillado, porque el cisne está predestinado al cerco azogado de la laguna. Estos
raros versos están escritos en ese idioma, en el idioma del mar, donde el agua no está quieta ni estancada, sino que se mueve libremente."
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Los poemas del esclavo nubio:
La agonía del cisne
Ámalo libre.
Ama el modo en que ignora que tú existes.
Ama al cisne salvaje.
Luis Rogelio Nogueras
El ave cándida y grave
tiene un maléfico encanto…
Delmira Agustini.
A este cisne le encanto y le retuerzo el cuello…
Paul Éluard
Hamlet y el cisne
Hamlet y el Cisne divagan
por una noche entrecortada y
húmeda.
Sus cabezas están perdidas
en el aire
y una tristísima luna gotea
su soledad
en el mismo traje de la
noche.
Hamlet y el Cisne parecen
volutas de humo
que se esfuman de manera
salvaje.
Sobre el peso de sus cuerpos
el propio peso de la noche.
Hamlet y el Cisne divagan,
detrás quedan el alacrán, el sinsonte,
la orquídea…
Los sauces lloran
y tercian sus ramas en las
ramas de la noche.
Hay una sombra que los
sigue.
La sombra también divaga.
1992
Charlot y el cisne
Charlot a perdido sus
zapatos,
descansa tendido a orillas
del lago.
El cisne lo contempla con
cautela.
Charlot agranda el lago con
una enorme lágrima,
el cisne huye, huye, huye…
El agua ondula…
Charlot refleja su cuerpo y
se lanza.
Ondula el bombín, el
bigotillo, el bastón, el paraguas.
Su cuerpo se sumerge
mientras su imagen
(su misteriosa y ridícula
imagen)
flota y ondula, lenta,
majestuosa.
El cisne regresa, su cuello
es un signo,
un código que no logro
descifrar.
Sobre la imagen de Charlot
el cisne abre
inconmensurablemente las alas
y se posa.
Charlot queda sepultado para
siempre.
1992
Moisés y el
cisne
Sinaí está cubierta de
arenas movedizas.
Moisés está ahogándose entre
granos y granos de arena.
Las tablas parecen borrarse
débilmente.
Moisés es un grito en medio
del desierto,
sólo una noche estrellada
podrá salvarlo.
Moisés espera la noche.
En las delgadas arrugas del
cielo
un cisne vuela.
Luego desciende al oasis y se posa.
Moisés es un escualo
desprovisto de colmillos,
no obstante muerde la cola
del cisne.
El cisne se eleva a la
constelación del Centauro,
y Moisés, de un certero
salto, escapa a galope ligero.
1992
Spielberg, ET y el cisne
El cisne mitad ave, mitad
máquina,
está llorando sobre sus
circuitos eléctricos
toda la agonía que sufre un
robot.
Spielberg consuela al cisne;
su idioma sincretizado por el
agua
quizás salve al cisne del
invernal insomnio.
ET, por su parte, con su
largo dedo señala al cielo
y muestra su home
(todas las estrellas
vestidas de la plata más común).
Allí también hay cisnes de
raros colores
envueltos en la magia de la
cibernética.
Spielberg apaga sus ojos:
en medio de la penumbra el cisne
revienta en la movie.
Él señala la pantalla blanca
de la luna,
pero, a diferencia de ET, su
dedo no brilla.
El cisne deambula con su
agonía;
ET y Spielberg lo consuelan.
Ésta vez el cisne es
observado.
1992
Leda y el
Cisne.
Leda tiene una sonrisa
tímida,
es una herida de arma blanca,
o de alma blanca, en la
cara.
Sus dudas resbalan por el
cuello del Cisne,
se evaporan y gestan otras
dudas.
El cuerpo desnudo de Leda
es el cuerpo desnudo del
Cisne.
Los cuerpos desnudos de
ambos
son un plumaje de pose
existencialista.
Mientras Leda retuerce el
cuello del Cisne
el Cisne la embiste con una
mirada de pánico.
Leda y el Cisne se aman y se
matan.
¡Mira, Leda, este cielo de
comadreja azul!
¡Mira, Cisne, este pecho de
cristal anodino!
¡Canta, Leda, un sol de
notas blandas…!
¡Besa, Cisne, mi sexo
majadero
mientras las estrellas caen
de costado!
¿Dónde está la araña
metálica
que tejerá las nuevas plumas
de sus trajes?
¿Cuánta agua dormirá sobre
el lago
donde los abedules que ya no
existen
se mezclarán con las palmas solas del patio?
¿Podrán Leda y el Cisne seguir
mezclándose y existiendo?
Esas rosas que abren en
otoño
pueden alimentar seguro a
Leda…
Pero el Cisne, el pobre
Cisne nihilista de cuello deshecho,
morirá de hambre y de amor.
1992
La agonía del cisne
El cisne ilusorio,
ridículamente ilusorio,
destapa su cráneo ceniciento
en un desmedido afán
por truncar su agonía.
Bate las alas con increíble destreza,
con la feroz destreza de un ave rapaz,
pero está trémulo su cuello nacarado,
y se dobla, se quiebra inusitadamente,
mientras el martirio de su fiebre
recorre su cuerpo fusiforme
de ave hermosa y rara.
¡Cómo agoniza el cisne en el mismo
espejo sensitivo del agua
que lo creó!
1992
Cisne Incoloro
Tomó su pluma el cisne incoloro
y escribió poemas sobre su propio mundo,
en los que cisnes de plumajes hirsutos y enredados
cobijaban lúdicos peces bajo sus alas.
Escribió, además, esquelas
para batracios y otros anfibios,
y no faltaron las misivas
a la hembra cisne de figura rosada.
Pero sólo fue comprendido
por aquel otro cisne incoloro ya muerto.
1992
Elogio del cisne
Hay una gracia en el cuello del cisne,
una gracia inefable y exótica.
Es el mismo cisne de alabastro de Guillén,
el mismo cisne de rostro meditabundo,
el mismo cisne que queda suspendido en el agua
donde su cuello palpita y seduce.
Es el mismo Cisne Salvaje de Nogueras,
el mismo de Da Vinci y Matisse,
el mismo cisne.
1992
O. Moré
2015