Creencia /Jesús Hermida / CUBA |
Plegaria antigua en cuatro
movimientos
“Ser
de inmensa bondad, Dios poderoso
a vos acudo en mi dolor vehemente…”
a vos acudo en mi dolor vehemente…”
Plácido
Primer Movimiento
(romance heroico)
Oh,
mi gran Dios, perdona mi ignorancia,
mi
tímida mirada de ave quieta,
mi
pez atravesado en la memoria
nadando
en el lagar de mi cabeza.
Perdóname,
Dios mío, este destierro,
perdóname
este cuerpo que se quema,
perdona
mi linaje agreste y turbio
de
anélido bastardo bajo tierra.
Perdona
estas dos manos que dibujan
telúricas
pasiones en la esfera
de un
anhelo amansado en la distancia
acechado
por vientos y por bestias.
Perdona,
mi Señor, este ateísmo,
mi
lengua censurada que no reza,
la
caricia erotómana en el pubis
de
una virgen vestida de poema.
Perdóname
esta furia asonantada
que
arrasa con el credo del esteta
y
sangra la inocencia y la premura
del
niño que habitaba en la quimera.
Perdona,
gran señor, el gusto amargo
de
estos días sin paz, de casi guerra,
en
que finjo ser sordo y apopléjico
y me
siento parásito y ameba.
Perdona
que no implore hacia tu cielo,
que
me esconda detrás de una novela,
que
me tale los brazos y no escriba
el
épico discurso que se espera.
Perdona
que de amor esté muriendo
por
no ver germinar mis malas letras,
perdona
a mis amigos, los oblicuos,
que
olvidan, sin querer, estas certezas.
Segundo movimiento
(Verso sciolto)
I
Perdóname,
Dios mío, padre santo,
por
mi fe en Gelman, Borges y en Salinas,
en
Lezama, en Carilda y en Virgilio.
Perdóname, Señor, por Aleixandre,
por
mi credo en su Diosa y en su tigre.
Perdóname, Señor, por la impostura,
por
este caracol solo y nocturno1
en su estrecho rectángulo de agua;
por ensayar las magias, aun menores,2
que
grafica mi sueño alucinado.
II
Te
pido, mi Señor, misericordia,
por
creer en Neruda y en Martí,
en el
bardo de otrora y los juglares,
en
las rimas de Bécquer y Zenea,
en Góngora con todos sus orfismos,
en la
lira del viejo Nicolás,
en
sus sones de Sóngoro Cosongo,
y en
los negros heraldos de Vallejo.
Perdóname, Señor, mi rey de reyes,
porque
creo en las fases de la luna,
en el
baile sensual de las mareas,
en
las flores de fuego y en su hechizo;
en
los peces amantes de Alfonsina,
en
los juegos voraces de Huidobro,
en la palma real que besa a Nancy,
en
Onetti, en Casal y la Agustini .
Perdóname, Señor, y ten piedad
de
mis alas de antiguas aleaciones,
del
verbo desmedido y tan barroco
con
que pinto sinuosos madrigales
a
Cortázar, a Octavio, a Naborí,
a
Plácido, a Chanito, a Justo Vega,
a
Gabriela, a Domingo y a Darío.
Perdóname, Señor, mi gen de nubio,
mi
eterna devoción por Eliseo,
mi
gusto por el Niágara de Heredia,
mi
diáspora en todos los papeles,
mi
verbo inacabado e inexacto
imitando
las formas de Aramís,
del
elfo Marimón, del tío Ángel,
de
Arístides, de Alfredo y de Digdora.
Perdóname
los tés en el Parnaso
de mi
Atenas de puentes y vigías,
del
Sauto redimido por la lluvia
parida
por las aguas del San Juan.
Perdona
que viviera la catarsis
de
Laurita, de Bertha y de Damaris,
tejiendo
las palabras en las piedras
de
calzada de Tirry ochenta y uno.
Perdóname,
mi Padre Celestial,
por
pecar con la rima diletante
del
músico Espinel, de Garcilaso,
de
Cervantes, de Lope y Calderón;
de Teresa,
de Lorca y de Manrique.
Perdona
que por sed haya bebido
en casa
de Heriberto lo inefable
con
agua verdadera de los templos
en las
manos de Náyade Cantora.
Y perdona, Señor omnipotente,
que
no crea en los ricos gobernantes,
ni en
los negros arcángeles de abajo,
ni en
los blancos arcángeles de arriba,
ni en
extremos de izquierda o de derecha
de la
cuerda tensada injustamente,
ni en
ofrendas de vida tras el sueño,
ni en
los sueños quiméricos de ilusos.
Padre Santo, recuerda que he vivido
de
promesas incumplidas todo el tiempo.
Que
aprendí la lección, y sé de ensayos,
de
utopías, retórica y discursos
tan
vacíos y llenos de esa chispa
que
calienta cerebros de inocentes.
Padre Santo, recuerda a Benedetti:
“Vaya, vaya, si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.”
Tercer movimiento.
(Soneto)
Señor, Señor del todo y de la nada,
señor
de la verdad y la inocencia,
señor
de la piedad y la clemencia
te
pido que reniegues de la espada.
No
quiero ser actor en la impostada
escena
de dos bandas, por inercia.
Yo no
quiero saber que se comercia
con
parte de mi sangre derramada.
Ayúdame Señor, calma mi miedo
y
baja de tus predios angelados
y
acusa a la canalla con tu dedo.
No me
dejes en tierra secuestrado
por
la avaricia del poder y el credo
de
aquellos que me tienen olvidado.
Cuarto
Movimiento
(Décimas
espinelas)
Aquí vuelvo,
donde Vitier
y
Gertrudis y Ballagas,
curando
todas mi llagas,
pudiendo
ser o no ser.
Mientras,
amo a una mujer
de
versos despreocupados
y simbolismos
tatuados
en su
piel cual un papiro.
Ignaro
su cuerpo miro
con
mis ojos asombrados.
Esa
mujer, mi gran Dios,
es el
cuerpo de un poema,
es lo
arcano, es erotema,
que
quiebra mi mente en dos.
Ella
me ha dado esta voz
para
versar mi homilía
y que
en plena eucaristía
entre
la oblea y el vino
pueda
gritar con buen tino:
mi
Dios es la poesía.
En
ella creo y le rezo,
a
ella le ruego y le canto,
por
ella yo me levanto,
por ella
soy algo avieso.
Ella
fue carne y fue hueso
de Loynaz
y Milanés,
de Espronceda,
del Marqués
de Santillana
y Cernuda.
Ay, mi Dios, no cabe duda
es ella
mi palmarés,
mi
trinidad más que santa,
mi
locura, mi existir,
y el
imperioso decir
que
se atora en mi garganta.
Ella
a Porfirio diamanta
y a
José Ángel pervierte,
porque
es trébol de la suerte
que
fagocita los males
y
convierte en inmortales
a los
bardos tras la muerte.
Es
ella quien salvará
este
mundo sin cabeza
y
traerá la nobleza
de
otro cielo más allá.
Su
cristal refulgirá
en
los insomnes espejos
y
acabará con los viejos
males
que nos intoxican,
pues
sólo así multiplican
su
visión los catalejos.
Con
estos ojos de atlantes,
los
catalejos ignotos,
veremos
cuales devotos
serán
los nuevos garantes.
Y,
Dios, por fin los amantes
de tu
antigua religión
verán
la resurrección
de
Jesús hecho poema
venciendo
todo anatema,
haciendo
revolución.
Coda
Perdóname,
Dios mío, este arrebato,
este
andar de funámbulo que a ciegas
por
la cuerda camina timorato
sobre
el campo inhóspito que anegas.
Perdóname, Señor, ser tan ingrato.
O.
Moré 2017
(Poetastro)
Notas:
1 (Definición que da José Lezama
Lima a la poesía en entrevista con el ensayista cubano Ciro Bianchi Ross)
2 (Definición de Jorge Luis
Borges sobre la escritura de su poesía, en la introducción a su libro Los
Conjurados)
En estos casi-poemas, de este
no-poeta, no están todos los artífices del verso que deberían estar, pero los
que están, se lo han ganado con creces, porque todos, sin excepción de ninguno,
forman parte de mi acervo, de mi poiesis, de mi antología personal, de mi
catauro. Ellos me enseñaron a amar la poesía, la poesía en lengua castellana.
El catálogo en lenguas foráneas también merece
una futura mediocridad como ésta. Ya
veremos, quizás un día de estos… ¿quién sabe? Tiempo al tiempo.
Por orden de aparición:
Jorge Luis
Borges
Pedro Salinas
José Lezama Lima
Carilda Oliver
Labra
Manuel
Aleixandre
Pablo Neruda
José Martí
Gustavo Adolfo
Bécquer
Juan Clemente
Zenea
Luis de Góngora
Nicolás Guillén
César Vallejo
Alfonsina Storni
Vicente Huidobro
Nancy Morejón
Juan Carlos
Onetti
Julián del Casal
Delmira Agustini
Julio Cortázar
Octavio Paz
Jesús Orta Ruiz
(El Indio Naborí)
Gabriel de la
Concepción Valdés (Plácido)
Chanito Isidrón
Justo Vega
Gabriela Mistral
Domingo del
Monte
Rubén Darío
Eliseo Diego
José María
Heredia
Aramís Quintero
Luis Marimón
Ángel Antonio
Moreno
Arístides Vega
Chapú
Digdora Alonso
Alfredo Saldívar
Laura Ruiz
Montes
Bertha Caluff
Pagés
Damaris Calderón
Vicente Espinel
Garcilaso de la
Vega
Miguel de
Cervantes
Lope de Vega
Santa Teresa de
Jesús
Federico García
Lorca
Heriberto
Hernández Medina
Náyade Cantora
(Tania Moreno)
Mario Benedetti
Jorge Manrique
Cintio Vitier
Gertrudis Gómez
de Avellaneda
Emilio Ballagas
Dulce María
Loynaz
José Jacinto
Milanés
José de
Espronceda
Marqués de
Santillana
Luis Cernuda
Porfirio Barba
Jacob
José Ángel Buesa
(Como dicen en mi pueblo: no
están todos los que son, pero sí son todos los que están)