sábado, 23 de marzo de 2019

UN BURRO TOCANDO LA FLAUTA FILOSÓFICA

Yo frente al fresco de Rafael "La escuela de Atenas", Estancia de la signatura, Museos Vaticanos, Roma.



Cuando leía a Platón,
a Heráclito o a Epicuro,
sentía crecer un muro
tapiándome la razón.
A pesar de mi pasión
el logos, ethos y pathos
eran famélicos gatos
maullándome en la cabeza,
logrando que mi agudeza
desapareciera a ratos.

Tampoco se abrió mi mente
llegada la juventud,
aunque  creció la inquietud
por ser un hombre sapiente.
Imbuido en la corriente
de cínicos o de estoicos
fui llenando el mesozoico
cráter de mi pensamiento
de aristotélico aliento
como un antiguo minoico.

De Anaximandro y de Tales;
Diógenes con su tonel;
Sócrates (cicuta y miel),
fueron mis pautas morales.
Las dudas existenciales
de Nietzsche, Spinoza o Kant,
en mi cerebro ahora están
revueltas y muy confusas,
son como sombras difusas
que nunca se aclararán.

El “Método” de René,
Montesquieu: Las Cartas Persas,
Voltaire, sus obras diversas….
¡Tantas doctrinas! ¡La fe!
Siempre buscando un por qué
(intríngulis metafísica)
mi neurona quedó tísica
entre SER y no ser NADA,
y sigue tan estancada
que ni “química ni física.”

Un buen día por la estética
(filosofía del arte)
levanté otro estandarte
sin menospreciar la ética.
Mi mente polifacética
con Danton casi me estalla
y aún con esa batalla
sigo lidiando y no hallo
la forma de a ese caballo
hacerle saltar la valla.

Adorno me complicó
la vida de tal manera
que como una “regadera”
sigo sintiéndome yo.
A pesar que “el dominó
se me tranca” cada noche
intento cerrar el broche
leyendo algún aforismo
pero sigo siendo el mismo
enzoquetado fantoche.

“Sólo sé que no sé nada”,
ya todo se me ha olvidado,
siento que lo que he estudiado
de Damocles es mi espada.
Y aunque es una gran putada
y algo burro aún yo sea,
no renuncio a la pelea
de seguir con la lectura
porque algo de cultura
filosófica me crea. 


Texto: O. Moré ® / 2018
Foto: Un servidor en la Estancia de la Signatura, frente al gran fresco de Rafael “La escuela de Atenas”. Museos Vaticanos / Roma.

Filósofos mencionados: Platón, Heráclito, Epicuro, Anaximandro, Tales de Mileto, Diógenes de Sinope, Sócrates, Frederick Nietzsche, Immanuel Kant, René Descartes, Baruch Spinoza, Montesquieu, Voltaire, Arthur Danto, Theodor Adorno. Referencias a: Aristóteles y Jean Paul Sartre.



Siempre me ha atraído  la filosofía.  En el pre-universitario me gustaban mucho las clases de materialismo dialéctico. De joven, llegué a leer algunas cosas de Montesquieu  y de Voltaire, y, de  adulto, de Nitezsche, Kant,  Sartre y un largo etcétera de otros filósofos. Más tarde, algo de Spinosa, de Theodoro Adorno o de Arthur Danto, pero he constatado  que, con el tiempo, me he ido olvidando de todo lo leído,  y creo que es porque, a pesar del interés que le ponía, se me formaba tal “ajiaco” en la cabeza que mi razón no daba abasto y nunca llegaba a comprender totalmente la complejidad de cada una de las tesis filosóficas que me eran planteadas, o sea, que me quedaba en blanco. No obstante, creo que alguna cosa debe de estar por ahí, recónditamente escondida, a la espera de que mi única neurona la saque a flote un día de estos.