Ilustración del autor/ O. Moré |
CANCIÓN PARA GUIOMAR
I
Puedes perderte, incluso, nebulosa,
jugando a que el perdón mitiga el frío,
volver a ser tangible como el río
siendo el agua sensible y misteriosa.
Puedes perderte, incluso, tú, nocturna,
tras el telón, abismo que te abraza,
volver como la presa, la torcaza,
a los bosques del tigre, taciturna.
Puedes si quieres, blanca, rosa, viva,
como un gorrión que muda su plumaje
sacar tu furia álgida y cautiva.
Puedes ser risa o savia en el ramaje
de un árbol de corteza sensitiva
que brilla y dignifica su paisaje.
II
Puedes, si quieres, blanca, dúctil, mito,
como una novia errante en el desierto
volar y ser gacela al infinito.
Puedes pintar un cielo rojo y cierto
desvelando tu verso nunca escrito
y deshojar la flor del desconcierto.
Puedes callar y ser fruta madura,
en el Edén dormir como Eva muerta,
sentarte cual Penélope a la puerta
esperando que cambie tu ventura.
O puedes ser paloma resurrecta,
que viste de rebelde su cordura
y, cual diosa opulenta, a la cultura
guardarla trozo a trozo en analecta (s).
III
Puedes, hija, medir esa distancia
que te lleva a llorar por nuestro origen,
pero el mar y la palma sólo infligen
que tu sangre mantenga esa sustancia.
Puedes ser un objeto de ignorancia
o puedes ser la copa donde eligen
beber toda sapiencia, la que exigen
la toma de poder, la militancia.
Pudieras ser, si quieres, muchas cosas:
pantera, cobra, cíclope, "la dueña"...
Pudieras, de una vez, cambiar las rosas,
las que hunden sus raíces siendo leña,
por ser sólo vulgares, vanidosas,
y plantar tu clavel, tu propia enseña.
IV
Pero sólo, Guiomar, tu propia espada
habrá de ser el arma que en tu pecho
te de la libertad tan anhelada.
Confía más en tí, sigue derecho;
nada debe nublarte la mirada.
O. Moré / 2020