Eleomar Puente / Santiago de Cuba 1968/ CUBA |
Memorias del éxodo
Ahmed
Igual que en tiempos
de Roma
los emperadores
dioses
a mi me tratan a
voces
por decreto, por
axioma.
Debe ser que a mi
genoma
le falta algún gen
azul
y a mi cuna y mi baúl
no dieron baño de oro,
o ha de ser que por
ser moro
no debo vestir de
tul.
Vino la
"seño" Patricia
hasta mí, que soy
plebeyo,
y alzando muy alto el
cuello
miró mi estirpe
fenicia.
Me dijo que la
malicia
está tatuada en mi
piel,
y que en mi mente de “infiel”
siempre habrá pasión
malsana,
que soy como la manzana
podrida de algún vergel.
Juan
A mí me dijo el
patrón
que por ser yo
mexicano
debía tener la mano
siempre fuera del
arcón.
Nunca tocar el doblón,
que el doblón del amo
es,
que luego, a final de
mes,
me daría calderilla.
Yo he de sembrar la
semilla
y él recoge el
palmarés.
Yo, que crucé la
frontera
buscando mejor futuro
di de bruces con el
muro
que desplomó la
quimera.
Mi vida ha pasado
entera
siendo un espalda
mojada,
y si quedo en la
estacada
será porque ya mis
pies
no pueden contra el
revés
de la punzante
alambrada.
Crucé el árido
desierto
y luego el mar
iracundo
pensando que el
primer mundo
sería cual cielo
abierto.
Mas fue llegar a este
puerto
y los sueños
naufragaron,
pues la entrada me
negaron
en la valla de
Melilla.
A nado alcancé la
orilla
que los muertos no alcanzaron.
Abajo, yo estoy abajo
en la cadena, en la
sombra,
no me ven ni se me
nombra,
en el puzzle yo no
encajo.
Soy un negro que
trabajo
de sol a sol la
cosecha.
La concertina una
brecha
abrió en mi carne
curtida;
ya no me importa la
herida
porque soy carne
deshecha.
Abajo como el zapato
que lentamente me pisa;
yo no estoy en la
cornisa
ni aparezco en el
retrato.
Resulta que soy
barato,
una ganga que trabaja
encontrada en la
rebaja
y a punto de caducar.
Yo no brillo en el
altar,
yo soy de lecho de
paja.
O. Moré
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