jueves, 17 de abril de 2014

Espinelas de la Realidad y la Utopía



     En vista de la buena aceptación que tuvo DIEZ DE DIEZ,  os dejo con este otro ramillete de décimas de mi cuaderno ESPINELAS DE LA REALIDAD Y LA UTOPÍA, que hace algún tiempo había publicado en este mismo Blog, pero en dos entradas diferentes.  Ahora, las pongo a vuestra consideración, en su conjunto.




Graciela Bello (Argentina)


Ayer fui un saco de huesos,
hoy soy carne de cañón.
La vida cuesta un riñón,
y allí se alquilan los besos.
Del consumo estamos presos.
Ni capital ni comuna.
El futuro está en la luna
distante, opaca y muy fría.
La quimera es agonía
y la agonía es hambruna.

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El cuento de la serpiente
que va y se muerde la cola.
El poeta y la pistola
que dispara un verso ardiente.
Cuento lejano de oriente:
hombres bombas, religión,
vírgenes de la ablación.
talibanes, metralletas,
huérfanos con sus cometas,
déspotas, lapidación.

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Por qué está el sol apagado,
por qué el invierno me abraza,
por qué llevar la coraza
de corcel recién domado.
Porqué he de estar yo callado
ante tanta ineptitud.
Por qué de mi juventud
no queda más que la bruma.
Por qué me resta y no suma
esta perenne inquietud.

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Aguas que llegan de prisa
a mojar el campo yerto,
mejor besad el desierto
que está bajo mi camisa.
Borrad la marca de tiza
que me dejó el infortunio.
Domad este plenilunio
que se agita en mi garganta.
Saciad la sed que me espanta
sea abril o sea junio.

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Esa punzada que siento
tras la piel, en el abdomen;
necesito que la domen,
pues es fiera y es tormento.
En sus garras esperpento
soy, títere, marioneta,
una sombra, una silueta
en la pared de este día,
borrándose en la agonía,
degradando la paleta.

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Me fui de un mundo dormido,
yo, Morfeo de la espuma,
escapando de la bruma
y del humo del olvido.
Más todo lo que he vivido
en la utopía del viento,
no ha servido de cimiento
para sembrar nuevos sueños;
sólo quedaron pequeños
retales de pensamiento.

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Si alguna vez dije espejos,
si alguna vez dije lluvia,
si alguna vez dije Nubia,
 fue porque estaba muy lejos.
Si alguna vez: catalejos,
si alguna vez: isla y mar,
fue que el hecho de emigrar
me sembraba en otra tierra.
Si alguna vez dije: hierra:
Yo era un potro sin domar.

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Si vas a cruzar el puente
sobre el río de la euforia,
nunca pierdas la memoria,
ten despejada la frente.
Ve despacio, el impaciente
suele caerse al vacío
y ahogarse en el propio río
de esa euforia repentina.
Escapar de la rutina
lleva esfuerzo y poderío.

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De nuevo la incertidumbre
me destroza, me desvela,
de nuevo mi carabela
naufraga en la podredumbre.
Como cerilla sin lumbre
por la vida voy de prisa.
Se me apagó la sonrisa,
zarpo en pos de la utopía,
pero mi nave vacía
se quemó y ahora es ceniza.

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Hay una fiera en mi fuero,
hay una flor en mi flora,
soy el hijo de Pandora,
soy un triste prisionero.
Soy un temible guerrero,
un ogro de garra amable,
soy un volcán inestable,
soy un remanso de calma...
Yo nací bajo la palma
con una mancha imborrable.

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Si supiera qué camino
habría de tomar volando,
dejaría de ir andando
en busca de mi destino.
No soy astro y me declino,
en el ocaso me ahogo,
como el sol bogo que bogo
en la playa que crepita.
No hace falta que repita
que por mi suerte yo abogo.

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Volando van las cornejas
por cielo azul enrejado
y dejan sobre el tejado
sus sombras sucias y añejas.
Las alas son negras cejas
en el rostro de la tarde,
esta visión es alarde
de lo efímero y lo bello.
Cada ave es un destello
junto al sol que al fondo arde.

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A veces yo me marchito,
soy hojarasca otoñal,
que se va en el vendaval
sin dejar un verso escrito.
A veces el infinito
me devora, me destierra.
A veces voy bajo tierra
y germino, soy simiente;
a veces soy la corriente
de un río en lejana sierra.

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Las tres partes del día



La mañana




La mañana vino a mí
con su traje de rocío.
Dejó mi cuerpo vacío
y no preguntó por ti.
Ni siquiera el frenesí
que en mi sexo estaba preso
me dejó. Ahora, ex confeso,
desnudo, ya sin tu aroma,
sigo vivo, pero en coma,
estoy totalmente leso.

La tarde

La tarde se corre astuta
entre las sedas del día.
La tarde en su cruel manía
de ser virgen y ser puta.
Se crece azul, absoluta,
delante de mis dos manos.
Intento, pero son vanos
mis esfuerzos por besarla.
Quizás precise domarla
con mis vientos antillanos.

La noche

La noche ebria y traviesa
me enseña su vulva oscura.
Yo acaricio la negrura
de su africana cabeza.
La noche con su rareza
de inexistencia lunar.
La noche es un lupanar
de éxtasis y de ambrosía.
Negra cubana, bravía,
ninfa saliendo del mar.








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