viernes, 19 de septiembre de 2014

¡Al mar, al mar...!

La ola (Vladimir Iglesias Gerardo) (Matanzas 1964)(CUBA)

Vladimir Iglesias Gerardo / Matanzas / CUBA

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A mi esposa

¡Al mar, al mar…!

I

Pasto en el mar  olas breves
con sus crestas y sus sales;
rumiando todos mis males
pasto su espuma y sus nieves.
Pasto el salitre los jueves,
y el domingo, tras la barca
de la noche, heresiarca,
santo, beato y profeta,
del mar yo soy el poeta,
él me nutre y él me abarca.

II

Soy náufrago en esta isla
rodeada de mar y  cielo.
No pica nada en mi anzuelo
porque el mar sólo me aísla.
Sin ser un juez que legisla
apruebo mi propia ley;
abandono mi batey
y marinero me hago
en un velero que pago
 y que bautizo“El Indio Hatuey”.

III

Navego, está el mar en calma
como un espejo dormido,
sólo se siente un latido
en lo profundo del alma.
La silueta de una palma
se desvanece en la orilla
y la proa es la cuchilla
que al mar sangrar hace espuma.
Comienzo a atisbar la bruma
que al horizonte mancilla.

IV

Miro al mar de donde vengo
(allá, donde el flamboyán)
y todos los peces van
tras un barco verde y luengo.
Me doy cuenta de que tengo
el corazón dividido
por este mar atrevido
que erosiona mi cubierta.
Con prisa cierro la puerta
al oleaje del olvido.

V

Soy el fuego  que se atiza
en el fanal de la nave,
soy el pájaro que sabe
que nació de la ceniza.
Soy el pez que se desliza
por un mar nunca surcado
y que salió disfrazado
de temible tiburón.
Soy un sueño en erupción
aunque esté muy mal soñado.


VI


¡Al mar, al mar…! dicta el viento
mientras inflama la vela
como si de una novela
susurrara el argumento.
Y en ese mismo momento
avisto la tierra firme.
Le digo al mar: _ He de irme,
mas siempre estarás conmigo;
tú mismo serás testigo
que tu azul ha de teñirme.

VII

Llego con dudas al puerto
de un futuro salpicado
del mismo miedo varado
que dejé en el mar abierto.
No sé si es futuro incierto
lo que esta tierra me ofrece,
ni sé si el sol que fenece
tiene el cálido bramido
del astro que amanecido
quedó donde reverdece.

Sólo sé que el cuerpo tuyo
será el abrigo de lana
que calor en la mañana
 me dará como a un capullo.
Sólo sé que ese murmullo
que llega de la montaña
ni vuelve la tierra extraña
ni me ahuyentará de aquí.
Ahora soy un colibrí
libando una flor de España.


O. Moré

Marina con flamboyán / Vladimir Iglesias Gerardo


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