Qué razones asoman por debajo del agua,
qué razones se arrojan en bandadas tras las aves
y luego se suicidan en una tormenta de nieve.
Qué tormentas regresan de la nieve y se vuelven agua.
No hay nada, ni silencio ni vacío.
Y tú, otra vez, mordiendo las palabras,
escupiendo sus cristales de filo cortante.
Yo no abro la ventana de hoy
porque el viento crece furioso tras la luz inacabada,
y en el salón mis miedos danzan extenuados,
empapados de sudor.
¿Crees que las razones espantan los miedos,
los encabritan y los acorralan en un agujero sin fondo...?
¿Crees que las razones conocen las razones del alma?.
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