domingo, 28 de julio de 2019

Entre trilogías y anáforas


El centro del mundo / Denis Núñez / CUBA


Trilogía anafórica y oscura

I

En esta ciudad umbría
donde cantaba el sinsonte
fui doble de Jenofonte
narrando lo que ocurría.
Detallé día tras día
la expedición, la batalla,
y en la arena de una playa
abandoné el manuscrito
cuando “cuerpo del delito”
me declaró la canalla.

II

En esta sabana oscura
donde Hipólita cayó,
una manzana brotó
incitando a la ternura.
Un equino con premura
la devoró diligente,
y cuando un niño valiente
quiso domar el caballo,
Hipólita como un rayo
azotó al adolescente.

III

En esta casa de sombras
el ofidio serpentea
bajo el lecho, y se pasea
por las gastadas alfombras.
Pero si en alto lo nombras
te enseña sus dos colmillos
venenosos, amarillos,
para minar tu moral
y que el jugo intestinal
te manche los calzoncillos.


O. Moré ®

Variantes decimales sobre un mismo tema.


I

Tú que naciste española
y al Siglo de Oro besaste,
dime cómo te quitaste
tu hermosa bata de cola.
Dime tú en cuál barcarola
guajira te travestiste
cuando de España viniste
y te amparó la campiña,
el monte, el totí, la piña,
y cubana renaciste.

II

“Viajera peninsular”
te bautizó el Naborí
porque llegaste hasta aquí
desde íbero lugar.
Te fundiste en el palmar,
diste alas al zunzún
y en acuático runrún
del río por la sabana
te volviste tan cubana
como un cubano común.

III
Hija de ilustre rondeño,
salerosa y andaluza,
tu rima es la miel que endulza
ahora al poeta isleño.
Con tu saber y tu empeño
al repentista retaste
y al verso lo retrataste
con guayabera y sombrero
de guano en verde sendero
que cubano dibujaste.


O. Moré  ® / 2019
Anáfora sabinítica dibujada

Mientras escucho a Sabina
cantar de filias y fobias,
me acuerdo de aquellas novias
grabadas en mi retina.
Están ahí, en la neblina
de ese crónico erotismo,
que, sin dudar, es el mismo
que me hace soñar despierto
cuando el dibujo pervierto
con trazos de paroxismo.

Mientras escucho a Sabina
cantar “Peces de ciudad”,
me cubre una oscuridad
tan sensual como divina.
El grafito difumina
esa penumbra en mi piel
y luego el sabio pincel
la acuarela con destreza,
y así la lila tristeza
se torna rojo buriel.

Mientras escucho a Sabina
cantando la Magdalena,
siento gravitar la pena
espesa que me domina.
Se esfuma y descontamina
el lienzo donde la Diosa
se perfila venturosa
entre peces que son mudos,
y logro trazos desnudos
de toda forma ominosa.

Mientras escucho a Sabina
cantándole a su Rocío,
me somete el albedrío
y siento la misma espina.
El corazón desafina
en la leve veladura
y cual la misma mixtura
del óleo  y el aguarrás,
la pulsión se vuelve más
propensa a toda locura.


O. Moré ® / 18 /7/ 2019







Tristezas de la Habana (nuevos dibujos)



La Habana es esa muchacha sumergida que gotea su intrínseca tristeza y a la vez muestra su colorido de ninfa antillana. Su rostro lleva la marca de la erosión continua, la costra del mar y del salitre, el craquelado de un lienzo atemporal. La Habana llora como llora la noche sobre los corales, esa noche que derrama su tinta oscura plagada de diminutos puntos de luz, esa noche de ibérica heredad, esa noche de genoma africano. La Habana muestra su corazón abierto pero a la vez acorazado y reforzado para seguir sobreviviendo a todos los huracanes. Sus hijos se debaten, como ella misma, entre caminos distintos, entre polos opuestos y antagónicas direcciones, en un círculo vicioso e infinito. La Habana, muchacha de mar, muchacha de insomne mirada en medio de las aguas, es como una Yemayá mestiza, como una diosa condenada a la insularidad que se reinventa creando un nuevo ajitena.



Tristeza habanera II / O. Moré / CUBA

Tristeza habanera I / O. Moré / CUBA