Dánae / Rembrandt |
Voy a esperar una
noche blanca
(fíjate que pequeña
paradoja que se hace cierta
en algún lugar de
este planeta)
para resumir en tus
ojos
todo lo
concerniente a la térmica del cuerpo.
Noche con flancos
diurnos, al decir de Paul Éluard,
en la que, como
gotas de sudor,
te irás resbalando
en la pared de mis desamparos.
Tú, Dánae de
Rembrandt, en mis manos indómita,
fierecilla domada
en el lienzo azul de mis sábanas.
Noche blanca, sin
tules, sin sedas, en que tú y yo,
pequeños cachorros
humanos de la vieja loba etrusca,
nos saciaremos en
la blancura
que puedan reflejar
nuestros cuerpos
desnudos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario