Nada diferencia la concepción literaria
de la concepción plástica, el proceso creativo es idéntico. En el primer caso,
el creador dibuja imágenes con las palabras, en el segundo, crea palabras con
las imágenes.
El dibujo, el óleo, la acuarela, etc,
pueden ofrecer un discurso poético, de la misma forma que el poema o la prosa
pueden ofrecer un discurso pictórico. En resumidas cuentas, estamos hablando de
arte, independientemente de cómo se manifieste.
Pero, yendo más allá, cuando ambas son
leídas o visionadas por estos artistas (pintor y narrador o viceversa) da pie a
inspiraciones mutuas: un poema o una narración puede inspirar una obra
plástica, y una obra plástica puede inspirar una obra literaria,
independientemente de lo que cada autor haya querido reflejar en ellas, porque
lo mejor de esto es que cada cual (léase también lector o espectador) pueden
crear, interpretar, imaginar, discernir y hasta extrapolar el significado
plasmado por el autor y dotarlo de otra lectura completamente distinta, de otra
simbología que, simplemente, enriquece aún más el corpus y el espíritu de la
obra.
Con estas palabras, ahora un poco más
ampliadas, hacía yo la introducción a un post en mi blog refiriéndome a la
novela del escritor argentino Gavrí Akhenazi “La pasión triste”, al dibujo que
hice sobre el autor y a la prosa poética que inspiró aquel dibujo. Hoy me sirvo
de ellas para presentar estas espinelas inspiradas en un cuadro del pintor
cubano Pablo Quert. Espero disfruten de ellas, de la obra de Pablo y saquen
ustedes sus propias conclusiones; sólo hay que poner en forma la imaginación.
La isla pende del cielo
en un horizonte mudo
y en el cisma cada nudo
atando va al desconsuelo.
La isla es un escarpelo
asentada en las cabezas
de dos hombres sin certezas
para afrontar el mañana,
porque la bestia insulana
no sabe de sutilezas.
Por un lado la razón
y por otro la memoria;
y la vida perentoria
en constante sedición.
Hay un punto de inflexión
que a las mitades aboca
para de una misma roca
ser redentor mineral
y en un azul esencial
ser el mar que se trastoca.
O. Moré / 2017
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