Dictum dominium (o Posesivo)
Es mía, yo inventé su nombre antes de que las raíces la germinaran en árbol, flor y luego fruto.
Es mía porque en la tempestad primigenia mi verbo la hizo, desde mi espejismo, corpórea con la carne del níspero y el olor del jazmín.
Yo la dibujé dormido cuando apenas ni era esbozo, ni crisálida, ni embrión.
Yo la tatué profundo en la fiereza de mis músculos y en mi piel ignara de caricias. Amasé su figura con nubes de lluvia para que el polvo y las arenas no la cubrieran y pudiera andar libre, con la desnudez intacta, hacia mis manos y mi cuerpo.
Es mía porque la llevo recluida en un ventrículo; desde allí se alimenta de mi sangre. Soy la arteria que la transfunde y le mantiene viva.
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