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sábado, 17 de octubre de 2009

La pirámide y yo.

Ilustración: OSMOME.

Debajo de la pirámide de cristal está el círculo. Yo estoy dentro del círculo. Yo observo y, pocas veces, soy observado. No obstante, eso no quita para que, cuando se sacude la pirámide, los trozos de cristal que caen desde arriba me hieran.
Dentro del círculo permanezco en ciclos de casi doce horas. Allí trabajo, dicen. Yo sé que hago algo más, existo, a pesar de los pesares. Vivo y muero. Luego renazco en mi cama y vuelvo a empezar, pero a mitad del día ya estoy muerto de nuevo, seco, marchito…


De las cenizas renazco
como el Fénix, pero luego
me consumo en rojo fuego
y vuelvo al mundo con asco.
Sigo encerrado en el frasco
circular donde yo observo
las heridas. Soy un siervo
atrapado y sin futuro.
Sigo a la sombra del muro
y no germina mi verbo.

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