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lunes, 21 de septiembre de 2015

Fábula del pez

Fábula  del pez / técnica  mixta / O. Moré / CUBA

a petición de mi amigo +Gildardo López Reyes 

Fábula del pez

Allá en el lejano oriente
un pez de raza imprecisa
quiere cambiar de camisa
y nadar contracorriente.
Este pez tan inocente
vive como un alma en pena,
se esconde bajo la arena
pues lo injurian por su anhelo.
Y es que el pobre “pecezuelo”
sueña  ser una sirena.

O. Moré
A propósito de Fábula del Pez (dibujo y décima), la poetisa +Ainaroa (Jordana Amorós) me regaló su propia visión decimada. Aquí la traigo, y con gusto la comparto con todos vosotros.



de Ainaroa:

ARCOIRIS 


Un destello que tremola
bajo el agua...es solo un pez,
un pez  y de  cuando en vez
el capricho de una ola.
Eso no admite una sola
excepción, así diamante
cada escama lo vibrante
de un arcoíris florido
o luzca descolorido.
Es un pez, y ya es bastante.

Por esa misma razón
un hombre es un hombre y basta,
 que nadie mire su casta, 
pelo, pluma o condición.
Y quien niegue esta cuestión
por alguna nimiedad
de matices, con ruindad,
no merece lo de " homo"
y "sapiens", !ni por asomo.!!
Dudo de  su humanidad.

Mejor buscar lo que una 
y no lo que nos aleje,
ese es de siempre el buen  eje
que orquesta nuestra  fortuna.
Hijos de la misma cuna
e iguales, me desgañito
 defendiendo lo infinito
 de la posibilidad 
que ofrece la variedad.
Y así el mundo es más bonito.

2015




domingo, 13 de septiembre de 2015

De vientos, bestias y fieras (décimas)

BYAKKO
Byakko es una palabra japonesa que significa Tigre Blanco. En la mitología japonesa se refiere a uno de los cuatros monstruos divinos que representan a los puntos cardinales. Byakko tiene la apariencia de un tigre blanco haciendo referencia al oeste y simboliza, también, el elemento rayo o aire. Se dice que su rugido es capaz de llamar a la tempestad y que es capaz de provocar abrumadoras tormentas eléctricas. Sus alas son como las de un ángel.

De vientos, bestias  y  fieras.

(Décimas independientes que hablan de temas disímiles utilizando las palabras arriba mencionadas
para crear las metáforas de sus discursos)


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Regresa el viento insaciable
silbando su melodía,
y en una cruda ironía
me vuelve bestia indomable.
Yo siempre fui fiera amable,
pero él viene y me repuja
con su erosión y dibuja
escamas sobre mi piel.
El viento es férreo cincel
que me esculpe y que me embruja.

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Ella, mi Erato, traviesa,
dispone su carne blanca
cuando con gracia se arranca
la túnica color fresa,
y en un rapto de fiereza
me araña hasta el corazón.
El viento ya es un ciclón
devastando todo afuera.
Ya no hay musa, es la quimera
quien atrapa mi pulsión.

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Un tigre ruge en mi alma
igual que el viento invernal
ruge al volcán visceral
que duerme su sueño en calma.
Y al rugir se me desalma
imperiosa la estructura.
Me siento una abreviatura,
un epítome sencillo;
un derribado castillo
de naipes en miniatura.

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Tienen el viento y la fiera
en común algunas cosas:
suelen ser almas rabiosas
dominando la pradera.
El viento taimado espera
para arrasar con crueldad
lo mismo que su otredad,
la fiera de garra y fauces.
Visten los mismos disfraces
para ocultar su maldad.

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Quizás cuando ulule el viento
y repte por la montaña
yo pueda en mi telaraña
deshilar mi pensamiento.
Quizás en ese momento
comprenda que cuando tejo
con este hilo complejo
lo ignaro del inconsciente,
soy la araña impertinente
que se observa en otro espejo.

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Cuando los aires son turbios
igual que ríos revueltos
los designios vuelan sueltos
cual pájaros de suburbios.
Y en estos raros disturbios
la fiera obcecada acecha;
prende con saña la mecha
y aguarda por la explosión.
Más tarde, con presunción,
se relame  satisfecha.

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La bestia que habita dentro,
en el cuerpo del humano,
precisa de dura mano
cada vez que es epicentro.
Y por bruto que el encuentro
resulte en el interior,
recuerda, siempre es mejor
el hombre que vence y doma
a la bestia que se asoma
tras un brote de furor.

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Soplan los vientos taimados,
rugen las fieras hambrientas,
vuelan las aves sedientas
de cielos desenjaulados.
Y yo, herido en los costados,
sangrando por cada poro,
soy la bestia, soy el toro,
al que han vencido en la lidia.
Agonizo en la perfidia
del mismo ruedo que adoro.

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Cuando dije ser felino
como un tigre siberiano
me dijeron que un cubano
no llegaba ni a minino.
Miré despacio al cretino
y le dije con bravura:
Tras esta endeble armadura
de gatito de arrabal
inverna un tigre real
que no teme a tu impostura.

El tipo remolinó
como un furioso huracán
y a su rostro en Leviatán
la ira lo convirtió.
Un tornado me lanzó
de palabras injuriosas,
y yo, con unas pasmosas
maneras de gato etíope,
lo dejé parado y miope
al lanzarle blancas rosas.

Las rosas eran poemas,
eran décimas guajiras,
hechas de mi piel, las tiras
arrancadas, mis eccemas.
Así rompí sus esquemas:
a cada lanza una flor.
Y nunca tuve temor
porque tigre me sentía;
aunque mi voz no rugía
yo era tigre rugidor.




miércoles, 2 de septiembre de 2015

Romance de la niña mala, del poeta cubano Raúl Ferrer

Óleo de Lola Rodríguez / Barcelona / España

Romance de la niña mala

de Raúl Ferrer



 Un vecino del ingenio
dice que Dorita es mala,
para probarlo me cuenta
que es arisca y mal criada
y que cien veces al día
todo el batey la regaña.

Que a la hija de un colono,
le dio ayer una pedrada,
y que la del mayoral
le puso roja la cara,
quién sabe con qué razones
por nosotros ignoradas.

Que si la visten de limpio
al poco rato su bata
está rota o está sucia,
que anda siempre despeinada,
que no estudia la lección
y nunca sabe la tabla,
que el sábado y el domingo
se pierde en las guardarrayas
persiguiendo tomeguines
y recogiendo guayabas.

Y yo pregunto: “Vecino,
vecino de mala entraña,
¿quién puede decir que sea
por eso mi niña mala?.
Si hubieras visto lo íntimo
de su vida y de su alma
como lo ha visto el maestro
¡Qué diferente pensara…!

Verdad que siempre está ausente,
pero si viene no falta,
entre sus manitas breves
un ramo de rosas blancas
para poner al Martí
que tengo a mitad del aula.
Con quien no tenga merienda
parte a gusto su naranja;
si cantamos al salir
se oye su voz la más alta,
su voz que es limpia y alegre
como arpegio de guitarra.

Y cuando explico aritmética
le resulta tan abstracta
que de flores y banderas
me llena toda la página.
Y prefiere en los recreos,
cuando juegan a las casas,
jugar con Luisa: la única
niña negra de mi aula.
A veces le llama Luisa
y a veces le dice: ¡Hermana!.

Y cuentan los que la vieron
que en aquella tarde amarga
en que no vino el maestro
era la que más lloraba.

Cuando se premie el cariño
y lo rebelde del alma,
cuando se entienda la risa
y se le cante a la gracia,
cuando la justicia rompa
entre mi pueblo y su marcha
y el tierno botón de un niño
sea una flor de esperanza,
habrá que poner al pecho
de mi niña una medalla
aunque el batey, malicioso,
me le dé tan mala fama,
y tú -mi pobre vecino-
no entiendas una palabra.

Este romance musicalizado por el sobrino del poeta,
el gran cantautor cubano Pedro Luis Ferrer. 
Disfruten de la 
magnífica introducción a guitarra y
luego de la potente voz de Pedro Luis.

martes, 1 de septiembre de 2015

Yo, visto por el talento pictórico de mi amiga Lola Rodríguez.

Gracias, Loli, por este hermoso regalo. Yo no me habría retratado mejor. Te quedo infinitamente agradecido. Todo el cariño de mi tribu va incluido también en estas breves letras.


Ovidio Moré / Acuarela y tinta de Lola Rodríguez / Montcada i Reixac / Barcelona